domingo, 27 de abril de 2014

De como un hobby puede ser una terapia y pasar a ser una adicción....

"Ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos."

Heráclito

No soy un tipo que sepa hablar de sí mismo, ni de contar sus problemas a otras personas. Pienso, que puede ser un incordio para los demás inundarles con tus problemas, aunque yo si escuche los de los demás, e intento aconsejar, no me aplico a mí mismo el cuento. Es por esto que contaré aquí una parte de mi vida, muy difícil y dolorosa. El porqué de contarlo aquí, es que, aquellos que quieran pueden dejar de leer y dedicarse a otras cosas, si les apetece.

Fue el periodo 2012 -2013 un periodo duro, raro y en cierta manera despiadado, acababa de quedarme  sin trabajo y la relación con mi pareja estaba a punto de explotar. Los ingresos y los ahorros eran cada vez más bajos mientras los gastos se elevaban. Finalmente todo se fue al traste. 
Pensamientos negativos fueron invadiendo mi cabeza, y la apatía en una fase previa a la depresión se asió a mí como una garrapata. Es en estos momentos, en los peores, cuando sabes quién es tu amigo y quién no. Guillermo un amigo desde la infancia, que hacía muchos meses que no veía, me llamó, cosas del Facebook (el gran hermano de nuestra época).Me fui ese fin de semana a tomar unas cervezas y pescar unos oricios. Hacía años que no íbamos a pescar juntos, desde la adolescencia. 

Entonces me empezó a picar el gusanillo de nuevo, necesitaba algo en lo que ocupar mis pensamientos, algo con lo que desahogarme. Con los inseguros pasos de un recién llegado lanzaba la caña desempolvada de mi padre, buscando las presas sin encontrarlas. Cientos de horas buscando información en internet, hablando con gente que merecía la pena y de los que aprendí mucho y con otros que se comportaban como auténticos imbéciles, así es internet, una de cal y otra de arena.

Un buen día, empecé a ver información acerca del spinning, una técnica milagrosa con la que se conseguían infinidad de capturas con cuatro pedazos de goma y otros tantos de plástico. Como todo buen principiante, y ante la ausencia de mentor alguno, compre toda suerte de artilugios, dispuesto a sacar kilos y kilos de pescado, ni que decir tiene que no conseguí un mísero pez, pero aquella técnica hizo mella en mí. Mi investigación por el mundo virtual se centró en el lance ligero de señuelos. Por fin y tras muchas pesquisas, conseguí enterarme y que equipo necesitaba, por supuesto hipermega lowcost dada la situación económica en la que me encontraba. 

Entre la caña shimano alivio 270 cx h, el carrete Caperlan, y los señuelos minnow imitación Saltiga Payo Seashot magnum, no llegaba a los 70 €.

Los lances, atardecidas, amanecidas y noches, hacían evadirse mi cabeza de los problemas, al menos durante aquellas horas en las que la concentración se fijaba en sentir el archi famoso frenazo de la lubina... pero no llegaba.

Un día, tras pasarme 6 o 7 horas lanzando señuelos, de repente, en una recogida este frenó. Estaba acostumbrado a que se enganchase en algas y piedras, pero en aquel sitio era imposible, había mucha profundidad. Aun así me decía a mí mismo, donde carajo habré enganchao... En ese mismo instante el carrete se volvió loco, ¡un bicho estaba tirando a toda mecha del señuelo!, el corazón me latía como el bombo de un grupo de death metal. Ciertamente ansiaba aquel momento, vaya que si lo ansiaba..., pero no sabía cómo manejarlo, así que empecé a recoger como un winchi, hasta que la puse en seco. 
¡No me lo podía creer! ¡Una preciosa lubina de más de un kilo! ¡Lo había conseguido!, en aquellos momentos con la estima completamente por los suelos por la mala racha, ¡había logrado mi objetivo! y lo había hecho solo, había triunfado. 
Aquella lubina capturada a spinning no fue solo un trofeo, o una cena, o un pez, fue una meta conseguida, fue recuperar la confianza en mí mismo, fue un triunfo mental. 
A partir de entonces, los meses se sucedían entre capturas más o menos regulares de lubinas, más grandes más pequeñas, daba igual, lo había conseguido, había triunfado... y me había enganchado irremediablemente. Buscaba aquella sensación eufórica en cada salida de pesca, como un jonky. Y cada vez que la encontraba quería más.

En lo que llevo de 2014 no he conseguido ni una sola captura que no haya tenido que echar al agua. Pero he vuelto a trabajar, he vuelto a ser un poco más feliz, y vuelvo cada vez que puedo a pescar, a buscar ese momento zen de concentración donde todos los problemas desaparecen, al menos durante unas horas, en busca de ese subidón de adrenalina que me da tener una buena Labrax al otro lado del sedal, a luchar con ella mano a mano, el cazador cazado...

Como veis, la pesca no solo me ha entretenido, no ha sido un mero pasatiempo, forma una parte muy importante de mi vida y casi de mi día a día. Se trata de un medicamento natural muy poderoso, un pasaje de vuelta a tiempos ancestrales con artimañas modernas.

"La mayor rémora de la vida es la espera del mañana y la pérdida del día de hoy." 
Seneca
Dedicado a todos los amigos , nuevos y viejos, y a todos los que estén o hayan pasado un mal momento en su vida.
Un saludo a todos y buena pesca.