"Ningún hombre puede cruzar el mismo río dos
veces, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos."
Heráclito
No soy un tipo que sepa hablar de sí mismo, ni de contar sus problemas
a otras personas. Pienso, que puede ser un incordio para los demás inundarles
con tus problemas, aunque yo si escuche los de los demás, e intento aconsejar,
no me aplico a mí mismo el cuento. Es por esto que contaré aquí una parte de mi
vida, muy difícil y dolorosa. El porqué de contarlo aquí, es que, aquellos que
quieran pueden dejar de leer y dedicarse a otras cosas, si les apetece.
Fue el periodo 2012 -2013 un periodo duro, raro y en cierta manera
despiadado, acababa de quedarme sin trabajo y la relación con mi pareja
estaba a punto de explotar. Los ingresos y los ahorros eran cada vez más bajos
mientras los gastos se elevaban. Finalmente todo se fue al traste.
Pensamientos
negativos fueron invadiendo mi cabeza, y la apatía en una fase previa a la
depresión se asió a mí como una garrapata. Es en estos momentos, en los peores,
cuando sabes quién es tu amigo y quién no. Guillermo un amigo desde la
infancia, que hacía muchos meses que no veía, me llamó, cosas del Facebook (el
gran hermano de nuestra época).Me fui ese fin de semana a tomar unas cervezas y
pescar unos oricios. Hacía años que no íbamos a pescar juntos, desde la
adolescencia.
Entonces me empezó a
picar el gusanillo de nuevo, necesitaba algo en lo que ocupar mis pensamientos,
algo con lo que desahogarme. Con los inseguros pasos de un recién llegado
lanzaba la caña desempolvada de mi padre, buscando las presas sin encontrarlas.
Cientos de horas buscando información en internet, hablando con gente que
merecía la pena y de los que aprendí mucho y con otros que se comportaban como
auténticos imbéciles, así es internet, una de cal y otra de arena.
Un buen día, empecé a ver información
acerca del spinning, una técnica milagrosa con la que se conseguían infinidad
de capturas con cuatro pedazos de goma y otros tantos de plástico. Como todo
buen principiante, y ante la ausencia de mentor alguno, compre toda suerte de
artilugios, dispuesto a sacar kilos y kilos de pescado, ni que decir tiene que
no conseguí un mísero pez, pero aquella técnica hizo mella en mí. Mi
investigación por el mundo virtual se centró en el lance ligero de señuelos.
Por fin y tras muchas pesquisas, conseguí enterarme y que equipo necesitaba,
por supuesto hipermega lowcost dada la situación económica en la que me
encontraba.
Entre la caña shimano alivio 270 cx
h, el carrete Caperlan, y los señuelos minnow imitación Saltiga Payo Seashot
magnum, no llegaba a los 70 €.
Los lances, atardecidas, amanecidas y
noches, hacían evadirse mi cabeza de los problemas, al menos durante aquellas
horas en las que la concentración se fijaba en sentir el archi famoso frenazo
de la lubina... pero no llegaba.
Un día, tras pasarme 6 o 7 horas
lanzando señuelos, de repente, en una recogida este frenó. Estaba acostumbrado a
que se enganchase en algas y piedras, pero en aquel sitio era imposible, había
mucha profundidad. Aun así me decía a mí mismo, donde carajo habré
enganchao... En ese mismo instante el carrete se volvió loco, ¡un bicho estaba
tirando a toda mecha del señuelo!, el corazón me latía como el bombo de un grupo de death metal. Ciertamente ansiaba aquel momento, vaya que si lo ansiaba..., pero no sabía cómo manejarlo, así
que empecé a recoger como un winchi, hasta que la puse en seco.
¡No me lo podía
creer! ¡Una preciosa lubina de más de un kilo! ¡Lo había conseguido!, en
aquellos momentos con la estima completamente por los suelos por la mala racha,
¡había logrado mi objetivo! y lo había hecho solo, había triunfado.
Aquella
lubina capturada a spinning no fue solo un trofeo, o una cena, o un pez, fue
una meta conseguida, fue recuperar la confianza en mí mismo, fue un triunfo
mental.
A partir de entonces, los meses se sucedían entre capturas más o menos
regulares de lubinas, más grandes más pequeñas, daba igual, lo había
conseguido, había triunfado... y me había enganchado irremediablemente. Buscaba
aquella sensación eufórica en cada salida de pesca, como un jonky. Y cada vez
que la encontraba quería más.
En lo que llevo de 2014 no he conseguido ni
una sola captura que no haya tenido que echar al agua. Pero he vuelto a
trabajar, he vuelto a ser un poco más feliz, y vuelvo cada vez que puedo a
pescar, a buscar ese momento zen de concentración donde todos los problemas
desaparecen, al menos durante unas horas, en busca de ese subidón de adrenalina
que me da tener una buena Labrax al otro lado del sedal, a luchar
con ella mano a mano, el cazador cazado...
Como veis, la pesca no solo me ha
entretenido, no ha sido un mero pasatiempo, forma una parte muy importante de
mi vida y casi de mi día a día. Se trata de un medicamento natural muy
poderoso, un pasaje de vuelta a tiempos ancestrales con artimañas modernas.
"La
mayor rémora de la vida es la espera del mañana y la pérdida del día de
hoy."
Seneca
Dedicado a todos los amigos , nuevos y viejos, y a todos los que estén o hayan pasado un mal momento en su vida.
Un
saludo a todos y buena pesca.
Como decía mi madre (era uno de sus refranes favoritos) ''nunca llovió, que no escampó''. Y,afortunadamente, esa máxima se cumple inexorablemente. Por muy oscuro que veamos a veces el panorama, siempre termina por salir el sol.Enhorabuena por haber dejado atrás esa mala racha.
ResponderEliminarSaludos cordiales
Hola Justo, refrán popular y bien cierto, a veces la gente no comprende los motivos por los que haces ciertas cosas o te aficionas a otras, en mi caso tenía ganas de contarlo, en parte como desahogo, gracias por los ánimos, algún día coincidiremos por las piedras y echaremos unas varadas, espero no sea muy lejano.
EliminarUn saludo y buena pesca
Enhorabuena por el relato, por el trabajo y por la pesca, me ha gustado mucho tu entrada, a seguir así con el blog!! Un saludo desde Cudillero.
ResponderEliminarGracias Mono de pesca, yo estoy fin de semana si y otro tambien en Novellana llantao, y no te digo ya en el muelle viejo por las noches, haber si coincidimos y hechamos unas varadas!
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